Selene te trajo
a mi lado
y Odín abandonó
mi lecho.
...Aprisionaste mi aliento
entre tu labios
y el arpegio de tu voz
me derrumbaba...
Tus manos por mi cuerpo
serpenteaban
y calmaban mis ansias
su veneno.
Como ácido vertido
en mis cadenas,
quemaste mis entrañas
con tu fuego.
Y fuimos pausa y también
prisa...
y fuimos hojarasca ardiendo
en espiral infinita.
¡Cuán profanamente sacro
es este amor
que mantenemos
entre el cielo y el infierno!
Tan callado en las
miradas
y gritando en nuestras
venas.